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" ... Felipe González era amigo mío antes de llegar al Gobierno, pero ello no impidió que cuando fue presidente tuviéramos problemas muy serios. Por ejemplo, nuestra posición ante los GAL o la OTAN provocó una confrontación real que motivó que estuviéramos dos años sin hablarnos. Zapatero fue un personaje bastante mediocre como presidente del Gobierno, y además tuvo una política mediática y en otros aspectos que a nosotros nos afectó y nos perjudico, ya que destruyó el modelo de televisión para favorecer, en gran medida, a sus amigos cuando creó La Sexta. Potenció el nacimiento de un periódico desde la Moncloa, como Público, algo verdaderamente inaudito porque el propio secretario de Estado de comunicación se dedicaba a contratar periodistas para ese medio. Tuvo una política muy errática, creo que obsesionado con la sombra del felipismo, movimiento en el que nos incluía a nosotros, pienso que sin ninguna razón objetiva, y que él lo sentía como una losa en su relación interna con su partido y con los cargos. Zapatero no tenía una idea muy clara de lo que quería hacer con este país, pero tuvo algunas aportaciones importantes, sobre todo en la primera legislatura, en lo que se refería a los derechos civiles, al matrimonio homosexual, etc. Estaba asentado en la burbuja económica, y digamos que, la economía funcionaba muy bien, pero no entendió la crisis y prácticamente acabó casi huyendo de ella, por así decirlo. Pedro Sánchez es el que ha cosechado las derrotas más estrepitosas en los procesos electorales para el Partido Socialista, y no ha ofertado ningún proyecto nuevo para este país, ya que su “no es no” no es un proyecto, sino un slogan como tantos otros que los partidos populistas de derechas y de izquierdas están acostumbrados a ofrecer. Sus resultados electorales fueron malísimos y, según las encuestas, si hubiera habido unas terceras elecciones, prácticamente habría desaparecido el PSOE. Pero lo increíble es que, después de cómo ha dejado el partido, se postule de nuevo para dirigirlo. ... "
" ... Ni derechas ni izquierdas, ni monarquía ni república; lo que de verdad divide al país: la tortilla de patatas con o sin cebolla. Sea como sea, las mejores son las de La Encina (Palencia) y Cañadío(Santander), ganadoras del XIV Campeonato de España. ... "
" ... Un grupo de periodistas y líderes de opinión de izquierdas y derechas entendimos, a principios de los noventa, que era malo para España que un presidente, también Felipe González, ocupase durante más de ocho años la presidencia del Gobierno. Nos llamaron el “sindicato del crimen”, pero es que él llevaba ya más de una década y podía estar mucho más. Teníamos muy recientes en la memoria los 40 años de franquismo, veíamos el enorme talento y capacidad de persuasión de Felipe y yo mismo creía que uno de los grandes errores de la Transición había sido no incluir en la Constitución un límite en los mandatos, porque las oportunidades de corromper y corromperse se multiplican. Dicho esto, el siglo XIX español produjo un gran hombre de estado, que fue Cánovas del Castillo, y el SXX otro gran hombre de estado, que fue Felipe González. Lo afirmo desde la discrepancia ideológica. En el año 1982, con una mayoría inmensa y el apoyo de los comunistas, podía haber cambiado la Constitución y abolido la monarquía. Y no lo hizo. Era un republicano convencido, pero vio cómo había intervenido el rey durante el 23-F y aceptó la permanencia de la institución. Preservó los consensos de la Transición sobre los grandes asuntos nacionales: la unidad de la patria, la lucha contra el terrorismo y la política exterior. Estaba también en contra de pertenecer a la OTAN y, sin embargo, después de hablar con Ronald Reagan, convocó un referéndum pidiendo la permanencia. Fue un hombre de estado y yo lo echo muchísimo de menos. ... "
" ... “Con ese fin –señala Rogoff–, deberían [los bancos centrales] considerar seriamente sentar las bases para una política de tipos negativos sin restricciones, que sería mucho mejor que servir como socios en la gestión del vencimiento de la deuda y en la formulación de políticas cuasifiscales. Para mantener su relevancia y proteger la política monetaria de los populistas, tanto de izquierdas como de derechas, los banqueros centrales no pueden darse el lujo de descansar en sus laureles. Si no están a la altura de las circunstancias –continúa Rogoff–, uno de los desarrollos macroeconómicos más importantes de la era moderna podría no sobrevivir”. ... "